
Columnista
A veces es necesario hacer un alto en nuestra cotidianidad, concientizarnos y reflexionar para tratar de mejorar, cambiar o modificar aquellas actitudes negativas que afecten nuestra relación con los demás, con nuestra familia o la pareja, nuestro entorno social, laboral o familiar, pero guardando el respeto por nuestra esencia, por aquello que nos define y nos da nuestra identidad como individuos y seres humanos con derechos a sentir, pensar y actuar con libertad e independencia.
NO es sano ceder en todo solo por complacer a los demás.
NO podemos, ni debemos dejarnos manipular para obtener un amor condicionado, una falsa sensación de comodidad , solo por el temor a los cambios, ya que esto no solo nos hará sentir frustrados e inseguros de nuestras capacidades y criterio si no que nos anulará como personas, poco a poco, inexorablemente.
Además, ceder demasiado ante las exigencias de los demás, implica una serie de cosas muy negativas: Se pierde la autoridad, la autoestima, la admiración, el respeto de nuestra familia y de los que nos rodean, y todos somos conocedores de que cuando se pierde el respeto y la admiración hacia otra persona, las relaciones se deterioran tarde o temprano. Hay que dialogar, transigir y modificar, pero desde una actitud sana y equilibrada para todos.