LA AVENTURA DEL TANGO: EL QUE NACIÓ EN EL FRIO

ANTONIO PIPPO PEDRAGOSA Columnista

-Bailar el tango nos permite liberar los sentimientos que nos cuesta expresar de otra manera –dice ella.

-Podemos tener un momento de intimidad y nuestra relación se refuerza –añade él, con picardía.

Son Uti Suoninen y Heilli Kyrolainen, pareja de finlandeses. Están en su país, más precisamente en Seinajoki, donde cada año se realiza un festival de canto y baile de tango, reconocido en el mundo, que suele reunir durante cinco días a más de cien mil personas, muchas llegadas de Rusia, Francia, Alemania, Japón y, en los últimos tiempos, también del Río de la Plata.

Puede que no sea ésta la única sorpresa para usted, lector.

Mauri Numminen

El escritor finlandés Mauri Numminen, autor de la novela Tango es mi pasión, dijo:

-Sacar a bailar a una mujer ya es bastante difícil, así que imagínense el resto. Por suerte está el cantor en el escenario que dice lo que todos callan: “Te amo”. Porque, fíjense qué curioso, a principios de l950 los finlandeses éramos sólo tres millones. Ahora somos cinco millones. ¿Y por qué? Por el tango.

¡Vaya, vaya! Nuestra música popular ciudadana ha ayudado al crecimiento poblacional de un país tan lejano, al que identificamos con los celulares, las plantas de celulosa, el hockey sobre hielo -su deporte nacional-, un buen sistema educativo y la costumbre de ir al sauna, práctica ancestral, colectiva, de relajación mental. Ésta provoca –según la opinión del sociólogo argentino Pablo Vila- “la liberación de toxinas e impurezas corporales y es concebida como una experiencia de acercamiento espiritual, pero, sobre todo en verano, hace años que lo que aproxima a los finlandeses corporalmente y causa otras sensaciones es la danza y, en particular, el tango”.

¿Cómo ha ocurrido tamaño proceso?

El tango arribó a Finlandia entre 1911 y 1913, de la mano de franceses e italianos; según la tradición oral l913 fue un año clave, pues es la fecha en que una pareja de daneses bailó por primera vez un tango y también de la composición de un tango creado en tan lejanas tierras. Al comienzo todo se redujo a una danza exótica que aludía a los arquetipos, por la proximidad física y los movimientos, de lo que se creía era la sexualidad rioplatense.

Las primeras grabaciones de tangos finlandeses se hicieron años más tarde en Berlín y el musicólogo chileno Alfonso Padilla afirma que, “a través de su marcado ritmo stacatto, recuerdan la sonoridad de la música alemana y su carácter marcial”. Pero, por supuesto, también se incorporaron y tradujeron tangos uruguayos y argentinos clásicos, lo que produjo una gran diversidad: La cumparsita ya era conocida en 1924 y el primer instrumental y el primer tango cantado daneses fueron grabados en 1929: Keskiyö (Medianoche) y Mekahvilassa istuttihi (Sentados en el café). Curiosamente, con la música de La cumparsita se grabó la canción Tropiikin yö (Noche tropical), con alusiones a Cuba.

Pero tanto en lo rítmico y melódico, como en las letras, hay distancia. El tango de Finlandia da importancia fundamentalmente al ritmo, muy marcado, y su poesía tiene melancolía como la rioplatense, pero su temática alude casi en exclusividad al entorno rural y es de corte lírico muy sencillo. También hubo diferencias en los instrumentos, particularmente en la importancia dada al acordeón junto al piano y las cuerdas, aunque en años recientes esto cambió con la aceptación del bandoneón. Es que los finlandeses fueron alcanzados por la influencia de Piazzolla, aunque –y esto es otra curiosidad- a través de la presentación del uruguayo Luis Di Matteo en 1984, en un concierto en la Casa Vieja de los Estudiantes de Helsinski. Di Matteo viajó varias veces a Finlandia y creó una escuela de músicos locales con estilo piazzolleano: hoy, el grupo Tango-orkesteri Unto es la personificación más elegante de este aporte. 

Todo el fenómeno, y en especial lo de la “explosión demográfica”, se podría resumir en lo siguiente, publicado por Memento Mori:  

-La llegada del tango fue el primer baile de pareja para una cultura muy retraída y poco dada desde antiguo a las relaciones sociales, que hizo furor entre los jóvenes que así dieron rienda suelta a sus hormonas.

Durante el último festival en Seinajoki, la pareja de Aarno y Sirpa Ervasti –ella, sesenta y seis años, él, setenta- bailó muy estrechamente enlazada, como lo hace desde más de cuatro décadas atrás:

Es el silencio, la melancolía que vienen de nuestra parte eslava. Y es amor, pasión, que nos llegaron del Río de la Plata.

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