«The Confluence» by Rafael Estévez and Valeriano Paños
27 de agosto, Pamplona, Festival Flamenco on Fire. Sala Baluarte.

Prensa Especializada
De la intimidad de la Sala Negra de los Teatros del Canal de Madrid, en estreno absoluto en el ciclo de obras en residencia Canal Baila el pasado mes de septiembre 2021, a la gran sala del Centro Baluarte de Pamplona en el reciente Festival Flamenco on Fire 2022, hay una enorme diferencia, muy positiva, para el visionado de la exquisita coreografía de esta confluencia de escuelas, músicas y romances con el flamenco y otros géneros; incluso la calidad dancística aumenta su valor en un espacio adecuado a la dimensión del espectáculo.
Hay un guión, una trama, un argumento y relación temporal en estas confluencias de estéticas y tiempos. Por lo que se echa de menos un hilo conductor visible, una narrativa para que el espectador pueda seguir cómodamente lo que se narra a través de la danza, para que no se pierda entre tanta hermosa complejidad.
Hay claros ejemplos, como la Zarabanda, danza incorporada tardíamente al flamenco, antes a la danza clásica española. La zarabanda tiene un origen incierto, se dice entre otras cosas que africano, un baile sensual, a veces lascivo, del que hay referencias en las Américas desde mediados del siglo XVI; que mencionan Cervantes, Góngora y Lope de Vega. Que cuando llega a Europa, pierde su condición popular y se hace culta; en Francia fue baile de corte. Y tiene su apoteosis en el barroco, con Bach y Häendel. Debussy, Satie y Benjamin Britten en el siglo XX la incluyen en alguna composición. La zarabanda más famosa es anónima, la Folía, que aparece en piezas de varios compositores, desde Monteverdi. En España la versión popular llegó a estar prohibida por inmoral. Llegó de nuevo a través de la danza clásica. Enrique Granados, Danza española nº 3, Zarabanda y Fandango, y otros.
En este espectáculo de creación e investigación del movimiento de Estévez y Paños, la zarabanda es un reflejo de alguno de estos géneros, mayormente el popular primitivo. Pero una música con tan variados repertorios musicales y dancísticos, representada ante públicos heterogéneos, ayudaría a un seguimiento más profundo de los aspectos históricos de la danza, y de la secuencia de danzas, la presencia del hilo conductor , por así decirlo, de una didáctica.
Mucho público de hoy, sobre todo el joven, quizá no recuerde al gran tenor Miguel Fleta y lo que significó su más famosa jota, el Ay ay ay en la lejana sociedad de hace un siglo. Pero lo que me convenció de pleno de la enorme importancia de una identificación narrativa, fue el Romance del Conde Sol, una bella muestra del romancero medieval, quizá aquí un homenaje o guiño a Antonio Mairena.
Pude seguir el fragmento escenificado en detalle, porque en mi historia colegial fui la narradora en una representación completa del romance, con estrofas cantadas con música de juglar. Y me di cuenta, ¿cuánta gente en la sala Baluarte pudo seguir las andanzas de la romerica condesa, saber porqué debajo de la saya negra asomaba el brial de seda verde que al final descubre? ¿o del personaje de la novia, que danza su incredulidad y desesperación cuando ve al conde en brazos de la romera? Y ¿cuántos estuvieron conscientes de la confluencia de un romance medieval en clave de danza contemporánea?

La Confluencia como tantos espectáculos, es un diseño para públicos de muy diverso rango cultural, seguidores de un amplio abanico de géneros musicales, por tanto acostumbrado a disponer de un programa. Un espectáculo para ser exhibido en foros mundiales, para toda clase de públicos y culturas, que agradecen saber qué es lo que van a ver y escuchar.
Creo que una de las cosas que tienen que cambiar en el flamenco actual, es la reminiscencia que viene de tiempos en que su público era muy reducido y localista. Hoy, hay cantaoras y cantaores de muy reconocido prestigio, que han entendido esto perfectamente, y por respeto y cercanía con el público, siempre dicen no solo lo que van a cantar, sino también el entorno de lo que van a cantar. Didáctica, en suma. Lo mismo digo de los conciertos de guitarra solistas; si en los conciertos de otros instrumentos, ya sean de cuerda, viento o percusión, siempre hay un programa con el repertorio del concierto a disposición del público, ¿por qué tiene que faltar en los de guitarra flamenca, con músicas muy descriptivas?
La Confluencia es un espectáculo es brillante, roza la perfección. Un ballet masculino, con cinco figuras de la danza, con un Alberto Sellés como siempre magistral, aunque bien es cierto, que aquí predominan los aspectos corales. Por supuesto los creadores del proyecto. Y sus habituales Jesús Perona y Jorge Morera. Una coreografía state of the arts, en la que la colocación al fondo de la escena del cantaor Rafael Jiménez El Falo, el guitarrista de otras geografías Claudio Villanueva y la percusión a cargo de Iván Mellén, opacados por los efectos de luz, hicieron resaltar sus sonidos de forma dramática y emocionante. El cante de El Falo fue el alma del espectáculo. Grande de principio a fin, grande en la caña y en los fandangos del Alosno. Grande en los tangos. Todo muy minimalista, incluso los efectos de luz, todo sumó a la belleza de lo que sucedía en la escena. Belleza: Primera premisa de todo espectáculo de baile.
Lástima que la noche del 27 el gran auditorio del Baluarte estuviera a menos de la mitad de su aforo, como hizo notar la presentadora del espectáculo, Blanca del Rey. La noche anterior, José Mercé con su Oripandó consiguió el sold out. Lo más conocido, siempre gana. Y claro, lo más flamenco en un festival de flamenco.
Pero si tienen ocasión de ver La Confluencia, no se la pierdan.