
-En mi larga actuación a su lado, debo decir que siempre he sentido una profunda admiración por él. Nunca llegué a tutearlo, ¡aunque corrimos juntos más de una garufa! La nuca de Gardel me habla cuando canta. Lo conozco tanto a Carlos que hasta logro interpretar el significado del menor de sus movimientos. Y en cada inclinación de su cabeza está el secreto de un lenguaje que sólo yo comprendo.


Así describió una vez a El Mago quien fuera el guitarrista preferido del cantor y junto a José Ricardo quién más veces lo acompañó, además de ser el cuarto autor en cantidad de temas que Gardel llevó al disco: Guillermo Desiderio Barbieri, hijo de Tristán Barbieri y Rosario Hernández, nacido el 25 de setiembre de 1894 en el barrio San Cristóbal –para otros Balvanera- de Buenos Aires.
Su padre, que le enseñó los rudimentos de la guitarra, escasos conocimientos que pulió con Juan Pacho Maglio, fue el primer artista popular de una familia que aún sigue por los caminos del espectáculo: Guillermo, que se casó a los dieciocho años y tuvo cinco hijos, fue el progenitor de Alfredo Barbieri, el cómico -su hijo menor apadrinado por Gardel-, el abuelo de la actriz y vedete Carmen Barbieri y el bisabuelo del actor Federico Bal. Un año antes de casarse ya actuaba en boliches y animaba quermeses y cumpleaños junto al bandoneonista Félix Rodríguez y el violinista Pedro Vallarino; ahí decidió tomar vuelo propio y se mudó varias veces, hasta afincarse definitivamente en Parque Patricios. No en balde se sentaba en los viejos tablones de madera de la cancha de Huracán y, al cabo de los partidos, animaba a los jugadores cantando y tocando la guitarra. Y por algo los restos de Alfredo, el ahijado de Gardel, descansan debajo de un sector de la tribuna hoy llamada “Bonavena”.
Guitarrista, pero también cantor y compositor, deshizo el trío original y debutó en el teatro Español en dúo con Luciano Gardelli en 1921. Fue un paso trascendente. A los pocos meses, conoció al hombre de la voz inigualable.
-Se hacía una fiesta en un galpón del Bajo Belgrano. Cantaron Gardel y Razzano y luego nosotros. En la despedida, me dijeron que querían hablar conmigo. Al otro día Razzano me buscó, me propuso trabajo y llegamos a un acuerdo. Desde entonces, salvo algún viaje de Carlos especial, siempre lo he acompañado.
Antes, ocurrió una curiosidad. El primer tango que compuso Barbieri fue Los ruiseñores y se comprometió a arreglar una versión para Roberto Firpo, a fines de 1921. Pero no participó como músico, aunque el autor de El amanecer se lo pidió, porque en esos días estaba en Montevideo, en el teatro Artigas, acompañando a Gardel y Razzano. Con ellos siguió hasta la ruptura del dúo en 1925. Se quedó en Argentina acompañando a otros cantores, entre ellos Ignacio Corsini, Alberto Gómez y Azucena Maizani, porque Gardel viajó a Europa, al año siguiente, sólo con José Ricardo.
Sin embargo ya estaban jugados los dados del destino: al retorno Gardel reorganizó su grupo para cumplir un contrato en España y Francia e incorporó a Barbieri, Pettorossi, Riverol y Julio Vivas. Pocos recuerdan otra curiosidad de la época: en 1930, habiéndose retirado Aguilar por una discusión, en cinco de las grabaciones hechas se incorporaron Rodolfo Biaggi en piano Antonio Rodio en violín.
Y de ahí hasta el trágico final, juntos, acariciando el éxito, sin sospechar lo que vendría.