ADIÓS AL NIÑO ALFONSO DE LA UNIÓN

Alfonso Paredes Garcíua y toda su familia
TERESA FERNANDEZ HERRERA Prensa Especializada

El pasado día 7 de este mes de junio cruzó el umbral Alfonso Paredes García, el cantaor el Niño Alfonso de La Unión a los 87 años, rodeado del amor de su numerosa familia y del recuerdo de centenares de amigos.

Lo conocí en 2016, cuando la dirección del Festival Internacional del Cante de las Minas le otorgó la primera Lámpara Minera Honorífica de su historia. Aún sin cerrar los ojos, puedo visualizar aquel momento en que el alcalde de La Unión y Presidente del Festival, Pedro López Milán, le entregó la Lámpara y él, visiblemente emocionado, como si quisiera disfrutar de ella mucho tiempo dijo, “no me quiero morir ahora”. O tal vez, fue su manera de decir, “podría haber llegado antes y no de forma honorífica”.

Tenía 27 años cuándo se inició el Festival del Cante de las Minas de La Unión, en 1961. Además de ser uno de sus impulsores, se presentó varias veces a la Lámpara Minera y méritos tuvo siempre para haberla ganado, una o más veces, por su voz de platino, su dominio y sentimiento de los cantes mineros, por su labor de restaurador de algunos de los más antiguos. Pero por alguna razón oscura, solo ganó una vez por cartageneras.

Mucho se ha dicho y quizá mucho quede por decir de la historia de ingratitudes, ninguneos, injusticias y olvidos en la vida del Niño Alfonso, en los que seguramente mucho tuvieron que ver las maneras del régimen franquista de someter al más negro ostracismo a quien no estuviese de acuerdo con él. Ni el Niño Alfonso, ni mucho menos su padre que había sido presidente de la CNT local y secretario del Frente Popular, lo eran. Su padre murió de pulmonía en 1938, en plena guerra civil. Seguramente eso le libró de ser fusilado en 1939.

Pero no le libró al hijo, minero y cantaor, que era un niño de cuatro años cuando su padre se fue, de las represalias habituales de aquel régimen. Es cierto que con la democracia llegaron algunos reconocimientos tardíos y no suficientes. A ver si ahora, con la muerte que todo lo iguala y deja sin valor ni justificación algunas acciones humanas, podemos ver por fin pronto, un busto del Niño Alfonso en el Museo del Flamenco de la Casa del Piñón de La Unión. Hasta ahora su ausencia ha sido más sonora que algunas presencias.

Descansa en paz, Niño Alfonso.

He querido completar este recuerdo dejando el enlace a mi extenso artículo “El Niño Alfonso de La Unión” de 2016, que escribí cuando recibió su Lámpara Honorífica, la primera y hasta ahora la única en la historia del cante de las minas.

El «Niño Alfonso» de La Unión

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