El Flamenco en los tiempos de la nueva realidad

TERESA FERNANDEZ HERRERA.

Sara Calero con su Fandango Avenue y Marco Flores con Origen revolucionan el Festival Madrid en Danza 2020.

Fandango Avenue.

Empiezo dando las gracias a la oficina de Sara Calero y a su manager de Comunicación Manuel Moraga por el envío impagable del video completo de la representación de este único estreno absoluto del Festival. Ante la imposibilidad de acreditación, con entradas agotadas para la Sala Roja del Canal, así he podido disfrutarlo desde el salón de mi casa.

Fandango Avenue estaba programado el pasado mes de diciembre, pero una lesión de Sara Calero obligó a  cancelar la representación. Ahora el aforo de la Sala Roja estaba reducido a un tercio, pero ha contado con la asistencia en pleno de la familia real. Los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía han querido mostrar su apoyo a las artes en estos momentos difíciles. Los dos tercios restantes estaban ocupados por maniquíes con mascarilla y ramos de plantas verdes. Todo un detalle de los Teatros del Canal y de Aída Gómez directora de Madrid en Danza.

Fandango Avenue es la consecuencia lógica en la brillante trayectoria de la bailarina/bailaora Sara Calero. Sencillamente, sigue creciendo en creatividad, originalidad en las ideas coreográficas plasmadas hermosamente con su actuación y dirección artística y por el elenco de su compañía. Las guitarras flamencas y clásicas de José Almarcha y Javier Patino, compositores para guitarra flamenca en esta ocasión. Los violines de Alma Olite y Jorge Llamas. Los arreglos para cuarteto a cargo del violonchelista Javier Morillas. Pablo Romero Luis ha hecho la transcripción y arreglos para cuarteto. Ana Valdés la viola y como artista invitada Silvia Márquez al clavecín. Last but not least la cantaora y directora musical de esta Avenida del Fandango, Gema Caballero.

Broadway, Times Square y Quinta Avenida de Nueva York abren y cierran el espectáculo en un efecto especial de fondo para situar el propósito de este recorrido por el fandango como hilo conductor y otras músicas en los años cincuenta del teatro musical neoyorquino. Un elemento crucial, ese banco y farol dignos del Central Park, convertidos en protagonistas a lo largo de la actuación. Otro importante elemento situacional es el variadísimo vestuario de Sara Calero, fiel reflejo de su paso por las músicas  que tratan de poner su foco informativo en el espectador.

El vestuario de Gema Caballero se ha mantenido invariable de principio a fin. Pantalón ajustado negro y chaqueta clásica de brillos, muy en plan maestro de ceremonias. Atuendos de corte masculino que le encantan a Gema. Sus cantes puntuales, imprescindibles.

El recorrido musical por el fandango hace historia desde el del Padre Soler (1729-1783) –entendemos que el clavecín en escena ha sido pensado en su honor- y el de Luigi Boccherini. (1743 – 1805) –el chelo también en su honor-  Desde ahí a los fandangos más populares. No ha faltado la solemnidad de la seguiriya, el clasicismo de la bambera y la serrana o la fiesta por cantiñas. Ni podía faltar una incursión a la música de Manuel de Falla (otro homenaje). La presencia de Bach es la sorpresa aquí.

Sara Calero experimentada bailarina clásica española y bailaora flamenca llena con su presencia el escenario en cada momento. Puede que haya algún guiño al flamenco, pero solo eso, guiño. Su baile es técnico, descriptivo, ganando en emoción al final. Gusta del sincretismo estético como ya demostró en Petisa loca. Transmite lo que se ha propuesto con esta continuación teatral de su anterior espectáculo de calle Fandango Street. Ha creado una propuesta inteligente basándose en el fandango, con antecedente y desarrollo tan españoles y lo lleva de la forma más natural, como si no hubiera distancias, al musical norteamericano.

Una breve mención a la bella conjunción instrumental del cuarteto de cuerda, -violines, viola, chelo- la belleza solista de las guitarras y el clave en momentos puntuales. Los efectos especiales, aparte de las incursiones en los centros neurálgicos de Nueva York, de gran belleza y simplicidad, a ratos minimalistas que tan bien conjuntan con la época elegida para lo que va sucediendo en escena. Excelente como siempre Gema Caballero, muy puesta en su papel.

Origen y Marco Flores.

Me quedé a las puertas de ver su estreno absoluto en el pasado Festival Flamenco de Jerez, que terminó el 7 de marzo, el último festival de la antigua realidad, que ya tuvo aviso de lo que se cernía sobre nuestras cabezas con la cancelación forzosa de los viajes de los alumnos chinos de los talleres y clases magistrales del festival. Tan cercano y tan lejano.

Si por algo sorprende el bailarín/bailaor y coreógrafo, Premio Nacional de Flamenco, Marco Flores es por ese ejercicio de adaptar su danza con la sensibilidad que le caracteriza a la música del siglo XVIII, en la que podemos encontrar algunos precedentes del flamenco, aunque que quede claro desde ahora, que Origen no es un espectáculo estrictamente flamenco, también tiene mucho de clásico español y sobre todo ello está el sello personal que identifica la danza de Marco Flores.

Origen es un espectáculo fascinante, cuyo mejor calificativo es la belleza llevada al extremo. Marco es la magia dancística en un espacio minimalista en el que además de él están el clavecinista de referencia internacional Ignacio Prego, la percusión –tambor y pandereta- de David Mayoral y dos maniquíes objetos surrealistas, uno de ellos a ratos inquietante, porque el juego de luces lo transforma incluso en un asesino en potencia. No da miedo, es genial.  Hay otro objeto surrealista con el que Marco juega a su antojo: una cabeza, de brillos rojos en una mitad, negra en la otra mitad.

Aquí están las Sonatas para clave de Domenico Scarlatti y el fandango del Padre Soler. Chaconas, folías por bulerías, xácaras y otras músicas antiguas. Entre ellas y la danza de Marco Flores hay un puente imaginario pero sólido, que de la forma más bella y natural, con ese toque siempre presente de surrealismo aggiornato, nos está contando durante una hora y diez minutos las inmensas posibilidades de ese flamenco/danza española/clásica moderna, con un pie puesto en una raíz que vuela libre de ortodoxias de ningún género. Hay veces que Marco Flores nos recuerda a un mimo con su expresividad integrada y la delicadeza de su movimiento.

La arquitectura coreográfica permite esos solos de clavecín y esos diálogos entre el tambor o la pandereta con la clave cuando él no está, más un diálogo cómico entre él y la pandereta que es una auténtica delicia. No olvidemos su baile con otros objetos surrealistas. Algo que en principio parecen un par de banderillas rojas, luego van transformándose en abanicos y de los abanicos surgen cual leves alas de mariposa esas telas vaporosas que él integra en la danza causando absoluta fascinación.

Este inolvidable año 2020, Marco Flores es finalista del Premio Max al mejor intérprete de danza por Origen.

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