La aventura del tango: Mariano de taquito

ANTONIO PIPPO PEDRAGOSA. Periodista, Escritor, Editorialista. Director Gral. Cultura Tanguera. COLUMNISTA

Hace semanas, en un breve párrafo, aludí a cierto consenso de historiadores e investigadores acerca de la influencia que el tango El esquinazo, de Angel Villoldo, tuvo sobre la composición de la milonga Taquito Militar, de Mariano Mores.

No insistiré, entre otras cosas porque Taquito militar tiene, hasta hoy, una repercusión planetaria y, por si no bastara, su peripecia semeja un entretenido cuento de enredos, situaciones inesperadas y curiosidades variopintas.

Corría el año 1950 cuando el presidente Perón convocó a varios artistas a una improvisada gala en un salón del Ministerio de Guerra: Tania, Discépolo y Mores, éste con su novel Orquesta de Cámara del Tango. Increíblemente, fue un prólogo; a los pocos días el gobernante firmó un decreto para permitir que en el hasta entonces aristocrático Teatro Colón se presentara la llamada “cultura popular”, lo que no ocurría desde 1930, cuando allí cantó Libertad Lamarque.

Concluida la gala y habiéndose retirado parte del público e incluso algunos de los músicos de la orquesta, el ministro, general Franklin Lucero, se acercó a Mores y le pidió que tocara otro tema para quienes aún estaban en el lugar. Mariano miró alrededor y sólo vio a Pepe Corriale, el percusionista, y a Ubaldo de Lío con su guitarra.

-Me acerqué a los muchachos –contó el autor de Uno, el tango preferido de Evita- y les silbé rápidamente unos pocos acordes de un aire de milonga que me zumbaba en la cabeza. Y entramos a improvisar. Se ve que salió bien, porque tuvimos que hacer tres bises. Aquello no tenía partitura ni nombre, pero terminó siendo mi milonga más popular, Taquito militar. Hoy puedo decir que la introducción, nacida de un arpegio que concebí en el piano, describe la “corridita” del bailarín que va a buscar pareja, incluyendo los golpes de sus tacos; luego, eso da paso al tema principal, que tiene matices africanos, de candombe, y con un canto sincopado.

Pero la milonga recién tuvo popularidad en 1953, al ser incluida en la película La voz de mi ciudad, que musicalizó y protagonizó como galán el propio Mariano Mores. A este éxito se sumó poco después su estreno “oficial”, precisamente en el Colón y en homenaje al general Lucero.

El título es otra circunstancia inusual: el autor de la milonga había pensado en Taquito o en Pantalón a la francesa, aunque al final se decidió por Taquito militar. Al iniciar los trámites en SADAIC se encontró con la sorpresa de que ese nombre había sido registrado, como tango, por un ignoto compositor amateur, de oficio zapatero remendón, a quien Mores debió pagar una suma jamás revelada por la cesión del derecho de título.

Y algo más, curioso: Taquito militar –más allá de que pocas versiones la han incluido- tiene una letra de Dante Gilardoni y Raúl Capablanca, hecha años después: -Para bailar/ esta milonga hay que tener primeramente/ una buena compañera que sienta en el alma/ el ritmo de fuego así…/ Hay que juntar las cabezas mirando hacia el suelo/ pendientes de su compás,/ dejar libres los zapatos que vayan y vengan/ en repiqueteo sin fin,/ y que mueva la mujer las caderas/ al ritmo caliente que da el tambor,/ olvidarse de la vida y del amor/ para bailar…

Se dice que sólo fue grabada por tres mujeres de diferentes talentos: Estela Raval, María Graña y Noemí Marcela.

De modo instrumental hay para elegir en la abundancia: el propio Mores, numerosas veces y con distintas agrupaciones, Aníbal Troilo, Francini-Pontier, El Quinteto Real, Los Violines de Oro del Tango, Donato Racciatti, el Sexteto Mayor, El Quinteto Pirincho, Salgán-de Lío y Cacho Tirao, entre muchísimas otras versiones. No hay que olvidar que, en ritmo tropical, fue llevada al disco por Héctor y su Jazz y por Ray Nelson y existe una versión, relativamente antigua, grabada por la orquesta de Henri René en Estados Unidos.

Otra curiosidad: Juan D’Arienzo se negó a grabarla. La leyenda cuenta que nunca superó su enojo con Mores, por haberle dado éste a Troilo sus mejores tangos.

En el año 2000, por votación popular, Taquito Militar fue electa en Argentina como “la mejor milonga del siglo”.

León Benarós, en su ensayo Cómo vestía el compadrito, dejó escrito: -Usó zapatos puntiagudos y de taquito militar, algunas veces con elástico, en forma de bota corta. Dicen que “Boina Colorada”, el famoso y temible comisario, echó abajo muchas melenas bravías y no pocas tapas de esos taquitos tan compadritos.   


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