OPERA: ARGIPPO O LA VENECIA BARROCA

TERESA FERNANDEZ HERRERA Columnista

La sala sinfónica del Auditorio Nacional nos ha regalado este domingo de ramos, la puesta en escena en versión concierto de Argippo,  ópera de madurez del compositor, violinista y sacerdote veneciano Antonio Vivaldi, estrenada en Praga en 1730.

Todo respira en esta obra a  la edad de oro del arte veneciano. La música, tan bellamente descriptiva, con fantasías vocales  y musicales extraordinarias, virtuosismo melódico y maestría en el canto, es uno de los tesoros operísticos de Antonio Vivaldi, en una trama que el autor ubica en alguna parte de la India, pero que es un clásico de la dramaturgia europea; malentendidos y traiciones por celos y sobre todo ello la cuestión del honor de la mujer situado en su vagina, todo un retrato social de cómo han sido las cosas del honor durante demasiado tiempo. Un drama anunciado que termina bien cuando todo se aclara. Incluso la ubicación de la trama que puede parecer innecesariamente exótica, es una referencia a la Venecia de la Serenísima, rica y poderosa gracias a su especialización en el comercio con oriente y extremo oriente.

Venecia es siempre protagonista por encima de los personajes: El rey Tisífaro, padre de Zanaida, reclama lo que él cree justa venganza por el abandono de Argippo tras un himeneo secreto con la princesa; la proclamación de inocencia de éste, que su esposa Ósira avala sin fisuras. Pero al acercarse una condena a muerte inminente, Sílvero otro príncipe desvela que ha sido él el seductor haciéndose pasar por Argippo por celos. Trama más europea imposible.

La versión para concierto que hemos visto en Madrid es una reconstrucción que incluye las siete arias perdidas de las dieciocho de Argippo, recuperadas en 2006 por el musicólogo, clavicembalista y director de orquesta checo, especializado en la investigación y recuperación de la ópera barroca,  Ondrej Macek.

Una orquesta de cámara compuesta por el equipo Europa Galante del director Fabio Biondi, de tres violines primeros, tres segundos, dos violas, dos chelos, un contrabajo, el clave y la tiorba, el instrumento barroco que aparece en Italia a finales del siglo XVI, derivado del laúd y atribuido a Antonio Nardi; el conjunto vocal presidido por la impactante mezzosoprano Vivica Genaux en el rol de Argippo; el bajo  Luigi di Donato como Tisífaro,  Zanaida es la mezzosoprano Delphine Galou; Ósira la soprano  Marie Lys y Sílvero la mezzosoprano Giuseppina Bridelli.

Una versión concierto de dos horas de duración que supo a poco. Aparte de la calidad musical influyó mucho la novedad. Choca un poco que el Vivaldi compositor de óperas no esté tan representado, a excepción de su Orlando Furioso de 1727, como sus coetáneos Friedrich Haendel, Claudio Monteverdi y otros. No solamente está a su altura en composición, instrumentación orquestal de cámara y elementos vocales que marcan los inicios de la ópera en el periodo barroco, por primera vez representadas en teatros financiados por la alta burguesía en lugar de en ambientes cortesanos. Argippo es un ejemplo paradigmático de este nuevo concepto. Su estreno en 1730 fue en el teatro Sporck de Praga y tres años más tarde en el teatro de Regensburgo. La mayoría de las numerosas óperas firmadas por Vivaldi se estrenaron en el teatro Sant’Angelo de Venecia.

Un auténtico tesoro musical en un momento tan oportuno como el inicio de la Semana Santa 2021.

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