EL PENSADOR: ¿Acaso es cierto?

Por Antonio Pippo

Este año se potenció la presencia gubernamental en un hasta entonces ineficiente plan de emergencia, creando, bajo la responsabilidad estatal, una organización base de carácter múltiple, con la intervención de muchas asociaciones civiles e incluyendo servicios de seguridad, de contención, de atención primaria de la salud, con apoyo móvil y suma de refugios -incluyendo a las Fuerzas Armadas- para los casos necesarios.

Sin que todavía los ciudadanos hayamos visto algún estudio estadístico como resultado del nuevo esfuerzo, ocurre algo incomprensible: nos enteramos, yo a través de un informativo radial, que al menos gran parte de ese plan deja de funcionar. La razón de esta inesperada noticia sonó escandalosa: terminó el invierno, convertido en mal de todos los males -frío, lluvia, temporales ¿siempre?- y dio comienzo la primavera -mayor temperatura, menor humedad, más presencia de sol ¿siempre?-.

Lo aclaro: no he oído o leído ninguna aclaración oficial y hasta el periodismo no parece tener demasiado interés en la cuestión.

Tengo derecho no sólo a la duda, sino a pensar que si esto es posible el gobierno ha perpetra, facilitado o permitido una de las más grandes estupideces en las que puede pensarse. Es más: me dispuse a una simple detección personal. Recorrí varias calles del centro, en torno a Río Branco, Convención, Colonia y San José, área castigada particularmente por toda esa gente que vive acurrucada en zaguanes, entradas de edificios y cualquier resquicio que los proteja mínimamente. Y lo hice no sólo en la noche, sino al mediodía siguiente.

Lector: la mayoría de las personas “de la calle” siguen ahí.

Entonces, ¿si ha menguado la protección y la ayuda aunque sea un poco, cuál es la explicación? 

Razonable no hay ninguna. ¿Adónde ir a golpear para preguntar qué pasa realmente? ¿A Casa de gobierno? ¿A los ministerios del Interior, de Salud Pública? ¿Al obispo Sturla? ¿A alguno de esos muchachos bien intencionados que han creado organizaciones civiles para ayudar a un Estado al borde de lo inservible?

¿En otoño -por si viene frío y lluvioso- sí, igual que en invierno? Pero a partir de la primavera, ¡Oh, gloriosa salvadora para ahorrar platita y esfuerzo! Qué escandalosa imbecilidad.

Creo que toda la ciudadanía responsable está, hoy, haciendo una reflexión parecida a ésta.

Silencio en la noche, ya todo está en calma;/ el músculo duerme, la ambición descansa

Y cientos de personas, gatos y perros siguen, abrigados en el amontonamiento, durmiendo, defecando y orinando en las calles. Después saldrán a revolver contenedores a ver si rescatan para alguna comidita…


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