
Esta comedia sin título y casi sin comedia, maravillosa producción de un ballet de Úrsula López, pone otro lenguaje a poemas y obras de teatro lorquianos con una percepción y perfección descriptiva que demuestra más allá de toda duda la superioridad de expresión del lenguaje de la danza sobre el de la palabra, palabra que se convierte en cante, la guitarra en gemido, la iluminación en máxima protagonista, y en esta comedia/tragedia el minimalismo de una escena desnuda se torna en metáfora de muerte en homenaje al ilustre poeta y dramaturgo Federico García Lorca.
Esta comedia sin título es además de un gran homenaje a la poesía y teatro lorquianos mediante un recorrido por sus poemarios y obras teatrales, es también un homenaje histórico a los artistas del pasado que crearon las piezas que aquí se representan con un verismo, calidad artística suprema y una profundidad emocional que en mi criterio supera todo lo visto anteriormente y digo esto sin demérito alguno para las creaciones dancísticas flamencas de esta edad de oro de los ballets flamencos. Estoy hablando de la transmisión emocional: Es la primera vez que un baile absolutamente teatralizado me ha hecho brotar lágrimas, particularmente en el “Prendimiento y muerte de Antoñito el Camborio”, aquí alter ego de la muerte del propio Federico. ¡Qué sonoro puede ser el silencio!
La representación comienza con un ballet que lleva título de lo que hubiera sido el comienzo de la obra que Federico nunca pudo terminar. “Arcángeles de faralaes”, aunque no van vestidos de faralaes, van cubiertos con una malla casi de cuerpo entero que termina bajo las rodillas. Arcángeles con vestuario austero que los acercan a su espiritualidad incorpórea, una excelente elección de Belén de la Quintana. Un comienzo coral, una presentación de lo que va a seguir, porque los arcángeles son lo único relacionado con la obra inacabada de su autor.
Úrsula López dice que del tercer y último acto Lorca sólo nos dejó una frase: “Arcángeles, vestidos de faralaes ascienden a los cielos”; ahí precisamente comienza nuestro recorrido por la obra de Federico García Lorca evocada desde el flamenco, desde la danza y el baile que el flamenco convoca.
“Ballet de la seguiriya” que fue creación de Vicente Escudero. La seguiriya vestida de rojo pasión en el cuerpo hecho para la danza de la directora y bailaora, Úrsula López. La seguiriya compendio de amor y muerte, acompañada de un cante que penetra por todos los recovecos de los sentidos del espectador receptivo a las emociones fuertes. Seguiriya que inquieta y llega a hacer sufrir y también a rendirse ante tanta belleza y tanto arte. Seguiriya que también evoca la pasión de Soledad Montoya en el “Romance de la pena negra”.
Antonio Ruiz Soler o simplemente Antonio, creó a compás de martinete “Cerca del Guadalquivir. Prendimiento y muerte de Antoñito el Camborio”. El martinete pone música al prendimiento. Luego cuando llega la agonía que precede a la muerte, se calla. Todo se queda en el más sonoro de los silencios. Y en ese silencio, con la única iluminación del cuerpo del bailaor Federico Núñez que vive y danza su larga agonía –aquí es donde brotan las lágrimas- con un dramatismo inigualable, en una estampa digna del pintor Caravaggio, por técnica y drama personal, con la única iluminación de ese cuerpo que fusiona la danza con la actuación teatral, bailaor/actor, el actor predomina sobre el bailaor -y aquí brota el llanto- hasta que muere. La muerte de Antoñito el Camborio, es también la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, es la muerte de Federico, es todas las muertes lorquianas. –aquí la emoción es tan fuerte que se puede morir de emoción-
No podía ser de otra forma. Tras la muerte, “El llanto”, una creación de José Limón y Doris Humpfrey de 1946. Todos bailan, todos lloran. Y al final una figura enlutada se queda sola, a la izquierda de la escena: Es “Yerma”, según Lester Horton y Valerie Bettis.(1953)
Yerma, Yerma o la larga y desesperada queja por la obsesión de no ser madre. No hay palabras que puedan describir la danza/actuación de Úrsula López recreando a esta heroína lorquiana que posiblemente representa a muchas mujeres de hace un siglo, sobre todo en el profundo sur rural español. ¿Quién es estéril, Yerma o Juan? La respuesta está en la frase que pone fin a la obra teatral, tras matar Yerma a Juan: ¡He matado a mi hijo! El cante y el toque con sus protagonistas apiñados a la derecha de la escena profundizan el sentido de la tragedia de Yerma. Cante: Tomás de Perrate y Sebastián Cruz; guitarra Pau Vallet. Entre las músicas una versión del obsesivo “Bolero” de Ravel.
Siguen una representación coral de “Antología dramática del flamenco” y un “Poema de Lorca”. Preceden a otro hito de la noche, Bernarda Alba encarnada por Úrsula López y sus desdichadas hijas, otro drama rural basado en una realidad sin sentido, sin amor, sin corazón, excepto por María Josefa y Adela, la valiente Adela convertida en mártir con causa. Morir antes que vivir castrada para el amor. Un ballet creado por Rafael Aguilar.
Las “Bodas de sangre” de Antonio Gades. ¡Ay las mujeres de Lorca! ¡Ay que tragedias sin causa, tragedias de una sociedad encerrada en terribles prejuicios y ambiciones familiares, tan lejos del respeto a la libertad! ¡Ay que duetto de Leonardo y el Novio, Federico Núñez e Iván Orellana! Drama a compás de guitarra, saxo de Juan Jiménez y percusión de Antonio Moreno. ¡Pobre novia, doblemente viuda en el día de su boda! Se entiende el coraje de Federico, casi un kamikaze de la libertad en esa primera mitad del siglo XX; se entienden también las ampollas que levantaba con su agitación de conciencias.
Los ballets finales. “Preciosa y el aire” del Romancero gitano por soleá, de Farruco protagonizado por Manuel Montes y Los Bolecos. De nuevo cante que traspasa el alma en fusión con el baile; “Los palos”, creación de La Cuadra de Sevilla del inolvidable Salvador Távora; y como broche de oro final aquel hito de Mario Maya, “Camelamos naquerar”. ¡Aquí se viene a bailar!
Qué aparición final de Úrsula Lopez, con ese baile vestida de directora. Por una vez, qué suerte la de las mujeres artistas que no despiertan las iras de los autodenominados ‘puristas’. Será que ya está asumido por todos que el pantalón es una prenda femenina al igual que la falda y trabajo y años ha costado. Pero aún no se admite por algunos, espero que pocos, que un hombre se vista de falda de la clase que quiera, sobre todo hablando de la escena, en la que debe caber todo con la mayor naturalidad..
Esta “Comedia sin título” con más drama que comedia es una obra maestra en todos sus ámbitos. Pero sobre todo, en el del baile. Hay que verlo, porque de otro modo es indescriptible la maestría, la belleza, la coordinación, los solistas gloriosos… todo, no sé si me dejo algo. Ellas/ellos crean… un mar de emociones, de todas las emociones posibles.
Descubre más desde LA AGENCIA MUNDIAL DE PRENSA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

