EL PENSADOR: Potencialidades latentes

Por Antonio Pippo

Pasan los años, las décadas, los siglos y siempre la humanidad, con su alterado progreso que va cambiando la cultura de las épocas, no deja de pensar que, a cada paso de algún progreso técnico o científico, llegará una actitud general más inteligente, más creativa.

El que lo sigamos pensando ahora, y recordando que Huxley escribió esto, repitiendo a otros antes, a fines de 1959, cierto escepticismo comienza a inquietarnos: –Creo que no debemos jactarnos de suponer que ya hemos desarrollado todas las potencialidades con las que hemos nacido. Nuestra organización biológica no ha variado demasiado desde el Paleolítico superior, pero ahora estamos utilizando mucho más efectivamente el mismo equipo natural que tuvimos hace quince o veinte mil años. Es un hecho alentador. Demuestra que el hombre puede rendir más sin que ello altere su organización biológica. Ahora bien, ¿acaso estamos yendo en esa dirección?

Según Huxley, para que el hombre pueda sobrevivir si resuelve algunas necesidades, como alimentarse y preservar su vida de los elementos y de los enemigos naturales o humanos. Y, también, en escala ascendente, aparecen otras necesidades, las psicológicas, caso de dar y recibir afecto y de pertenecer. Hay que aclarar que, en esos tiempos de Huxley, antropólogos y psiquiatras, señalaron que si todo eso no ha sido satisfecho en la niñez o adolescencia, el ser humano que se está formando podría convertirse en un psicópata o en un imbécil moral.

Quizás pensando en el porvenir, Huxley se volcó al pasado para encontrar ejemplos perdidos a lo largo del tiempo que, sin embargo, en su opinión iban por el camino correcto. Quiero ser breve, lector, y sólo me referiré a dos o tres ejemplos que este intelectual halló a mano.

No necesariamente debemos esperar la eternidad; es posible llegar a ser nosotros mismos, progresivamente mejores aún en esta presente. Si no se satisfacen las necesidades biológicas primarias, entonces las otras sencillamente no serán sentidas: un hombre hambriento no tendrá otra preocupación que la comida. Lo mismo ocurre con la seguridad y el medio ambiente, dos cosas bien diferentes. Claro, se requiere el medio ambiente más favorable para desarrollar nuestras potencialidades innatas.

Y veamos ejemplos. Huxley destacó ciertas propuestas académicas propias en un trabajo revelador: “El arte de ver”. Enseñar a los niños a “ver”, incluye enseñarles a leer y comprender, incluyendo la lectura correctiva. Este método puede usarse en todos los sistemas de educación desde los primeros años. De la lectura y la comprensión no sólo el niño aprender a hablar y escribir mejor, sino que desarrolla percepción y se acerca al dominio del análisis lógico. Debemos conocer lo que nos rodea y saber cómo reaccionar con benevolencia, o inteligentemente, sabiendo quiénes somos, cómo somos y cómo debemos actuar frente a todo lo social.

Para cerrar, destaco dos actividades lejanas en el tiempo, pero que debieron sobrevivir y acerca de las cuales convendría, para planes futuros, sacar algunas enseñanzas.

La doctora Margaret Mead descubrió una costumbre de los arapesh, arcaica comunidad indígena. Cada madre, cuando amamanta, acaricia al niño y repite: “bien, bien, bien…”. Simultáneamente frota al niño contra otro integrante de la familia o sobre el perro amigable. El niño se cría con una especie de reflejo condicionado para sentir confianza, amor y benevolencia por los demás.

Y en muchas sociedades polinesias antiguas, hay más, tendiendo a aumentar el amor y resistir la frustración: se trata de la “familia múltiple”. Todo un grupo de personas se responsabiliza de un niño, que es libre, no bien aprende a caminar, de ir de un lugar a otro, donde hallará derechos y obligaciones conocidos por toda la comunidad y amor familiar.

En fin, lector. Hoy se me dio por acá. Y por pensar cuánto ayudarían todas estas ideas antiguas y dispersas a la política uruguaya, supuestamente preocupada por mejorar a la familia nacional iniciando el ciclo lo más temprano posible, incluso antes de que lleguen los recién nacidos.


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