
Con mayoritaria presencia gitana han transcurrido las galas que preceden a las semifinales y finalísima del concurso de cante, guitarra, baile y otros instrumentos en la LIX edición del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión. (Murcia) Dobles galas con protagonismo de los cantaores Samuel Serrano y José Domínguez El Cabrero, la guitarra del jerezano Diego del Morao invitado por Pasión Vega. La gitana del Sacromonte, Alba Heredia, heredera del baile de los Maya y El Pele que sigue Peleando desde hace tres décadas. Un ilustre payo, Jeromo Segura precede al incombustible jerezano José Mercé. Y un lujo de última gala con el cante preciosista de Pedro el Granaíno y la enésima versión del Improvisao de Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito, por segunda vez en La Unión.

Estuvimos en las tres últimas galas, empezando con la de Alba Heredia y El Pele. Alba, apenas veinteañera, ganó en esta casa el Premio Desplante en 2015, lo que debería ser una plataforma de lanzamiento hacia otros espacios. Los que así lo entendieron hoy triunfan por el mundo plenos de versatilidades. A Alba volvieron a presentarla como nacida en la Cueva de La Rocío en el Sacromonte (nació en el servicio de maternidad de un hospital como todo el mundo). No dijeron esta vez que es prima de otro joven gran bailaor, Iván Vargas Heredia. Sí volvieron a presentarla como ahijada de la gran duquesa Cayetana, que por eso se llama Alba, como si el hecho fuera garantía de algo. Todos sabemos que la de Alba amadrinó a decenas de gente del bronce, entre otros a la gran Rosario González Flores. Y Alba volvió a bailar bonito, fiel a su estirpe Maya con seña de identidad gitana sacromontana. Pero también es cierto que dejó entrever para quien quisiera entreverlo, que está a punto de salir de ese cascarón, o al menos quiere hacerlo, para lanzarse hacia espectáculos con otras coreografías, otras envergaduras y otros estilos de baile, desde el profundo conocimiento, dominio y respeto de lo heredado y aprendido. Alba puede y lo sabe, pero ya se sabe que aquí, en La Unión, solo se salen del guión Pitingo y Poveda. Pero Alba, el mundo es grande y tú solo tienes 22 años. ¡El mundo es tuyo!
Como bien dice mi amigo Paco Paredes, con quien he conversado largamente uno de estos días, El Pele lleva treinta años con la originalidad en el cante que estrenó de joven, pero que ya no resulta original, porque lo ha transformado en una seña de identidad y como le sigue funcionando, pues ahí estamos. Al menos, eso sí, ha sabido crear su propio sello y no va por ahí como otros cantando al estilo de ilustres antecesores y pioneros. Eso sí lo ha entendido bien El Pele con su marca propia hasta en la manera de vestirse y tocarse la cabeza.

Acompañado de un gran elenco, violín, dos guitarras, coros y palmas empezó por el homenaje de Miguel Hernández a su amigo del alma Ramón Sijé, Me duele el alma, muy frecuente en conciertos flamencos desde que Joan Manuel Serrat creó el invento. Luego se fue a su estilo de interpretación de palos de siempre, soleá, seguiriya, bulerías, fandangos de Huelva, tonás, tangos y alegrías. Flamenco a la manera peleana, gracias Maestro.
La gala del lunes 5 fue la de Jeromo Segura, Lámpara Minera 2013 y la del veteranísimo José Mercé, veterano también en La Unión. Premiado hace tres años con el Carburo de Oro.

El cantaor payo de Huelva tiró de su último disco, Lo que yo quería, cuarto en su historia personal, que empezó con Oro Viejo, siguió con La voz de la Mina y Romances del Alosno y se completa por ahora con lo de esta noche. Y empieza por alegrías, -a mi me encantan los empieces festeros- con un título por demás significativo para todo el que lo quiera entender, Envejece sin arrimo. Por bulerías su Toma mi sombrero. Después canta otra vez por bulerías el histórico tango Cuesta abajo, que suena bien, pero es inevitable acordarse de Gardel, al menos los que amamos a Gardel. Versátil, seguro de sí mismo, dejando claro su gran momento, demostrando que todo puede transformarse en flamenco a su manera, como las dos Mineras que dedica al sitio en que está, la Catedral del Cante de las Minas. Homenaje a Juanito Valderrama y a Marchena por ese cante de ida y vuelta, la guajira, como no podía ser de otro modo tratándose de esos dos maestros, tan diferentes entre sí. El toque de Manuel de la Luz, genial, como siempre.

José Mercé en Mercé Flamenco, pero ¿es que Mercé ha dejado alguna vez de ser flamenco y casi siempre flamenco de Jerez de la Frontera, del barrio de San Miguel, primo hermano del patriarca de Casa Sordera? Si hasta el guitarrista se lo trae de Jerez, el gran Antonio Higuero. Por palos jerezanos de toda la vida y creaciones suyas como la soleá Pena no tengo ninguna. Sigue por malagueñas, seguiriya marca de la casa Soto. Luego se va a lo más jerezano, los palos festeros por alegrías y bulerías. De repente grita ¡Aire! Lo que le asegura la ovación cerrada del aforo completo del Antiguo Mercado. Y se luce y cómo con ese cante que ya tiene años de éxito asegurado. Y para terminar haciendo cantar al público, se arranca por Al alba de Luis Eduardo Aute y eso ya es la locura bien buscada por Mercé, que a tablas no le gana nadie.

Una última gala de auténtico lujo, la de Pedro el Granaíno y Farruquito. Aquí estuvo por derecho Pedro Heredia El Granaíno, voz, técnica, estilo flamenco propio y pasión a partes iguales. Con su Granaíno Jondo, dejó sin respiración más de una vez – y lo digo por mí, que me tocó recordar que hay que respirar – pero es que la maravilla de cante de este artista, que empezó tarde, pero con aplomo y jondura sin límites, hace olvidarse de todo, porque él lo llena todo. Aviso: ¡Cuidado, dejar de respirar es peligroso para la salud!
Qué elegancia, jondura y arte con el acompañamiento a la guitarra de Antonio de Patrocinio, otro grande del flamenco actual. El espectáculo que estrenó en la pasada Bienal de Sevilla 2018 volvió a arrasar el martes 6 de agosto en la Catedral del Cante por larga serie de soleás, tangos, tientos – tangos. Por mineras arrancó una sonora ovación –aforo a tope con gente de pie – al dedicarlas a la Brigada de Salvamento Minero de Asturias, que ha recogido el Premio Castillete de Oro esta noche al comienzo del espectáculo. Y también a los artistas locales Rojo el Alpargatero y Pencho Cros.

Farruquito siempre será Farruquito, el bailaor, coreógrafo y director de sus espectáculos, sello propio, calidad y jondura inigualables desde que era casi un niño. Él es él y no se parece a nadie y nadie osa parecérsele. A sus 37 años sigue teniendo cuerpo de junco, naturalidad en un estilo que es solo suyo. Grande entre los grandes, su nombre llena cualquier espacio.
Para mí era la tercera vez que veía el Improvisao, la segunda en La Unión, la primera fue en Pamplona en 2015 y ya no era nuevo. En cierto modo, tiene razón Farruquito cuando dice que improvisar es la esencia del flamenco – y de muchas otras cosas también – pero dentro de un orden. Es cierto que cada espectáculo es único, aunque no se llame Improvisao, porque único es el momento, el estado de ánimo, las ideas creativas, la inspiración.
Y también puede variar algo en el guión coreográfico, pero siempre hay una espina dorsal que lo vertebra y así sucede con Improvisao. Y a más digo que lo que ví hace años en Pamplona fue lo mejor de este espectáculo y hablo de cosas para nada improvisadas. Si es cierto que en La Unión, hace un baile con su elenco detrás, en semicírculo, bordando compás con las palmas. Pero nunca olvidaré aquella piña de palmas sobre una mesa delimitada por un único foco de luz y el resto en oscuridad absoluta que se vió en Pamplona en Agosto de 2015.
Hay cosas clave en ese guión como el baile y cante de Mari Vizárraga frente a Farruquito, dos cortejándose, o ella a él y él dejándose querer…¡inolvidable! Mari, la gitana pelirroja de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, inseparable de Farruquito, artista de los pies a la cabeza, de voz inconfundible y hechuras de actriz que no ha explotado todavía y que quizá nunca lo haga, – Almodóvar haría de ella una Greta Garbo sensacional-. Esta vez con la guitarra de Yeray Cortés, la voz poderosa de Pepe de Pura y la dulce de Chanito y Lolo a la percusión.
Con este espectáculo – dice Farruquito – vuelvo a mis orígenes y represento todo lo aprendido en tantos años de profesión y con mis artistas vuelvo a vivir un nuevo día, o el modo de vivir cada día, siempre cambiante.

Tenemos Improvisao para rato.
Sabía que iba a llegar justo para actuar y que regresaba a casa después de la actuación. Pero a Farruquito le rodea siempre el espectáculo y así, la salida de artistas estaba copada por una dotación completa de guardia civil y por todo el servicio de seguridad del festival. Creo que alguien que no hubiera sabido de quién se trataba hubiera pensado que ahí estaba el mismísimo Rey de España.
Pues no. Era solo el rey del baile flamenco. Tanto monta.