-Nunca he sido otra cosa que un laburante de la música- dijo más de una vez aquel hombre al que sólo en familia, desde niño y cariñosamente, por su voz aflautada, llamaron “Chicharrita”. Continúa leyendo “CHICHARRITA”, EL LABURANTE
Pocos músicos de tango fueron, a lo largo de su vida y porteño de pura cepa, tan amigables con Montevideo, adonde llegaban con la frecuencia de un visitador médico, como aquel flaco encorvado, narigón, ojeroso, suerte de saco de nervios y amante fiel de la ruleta del Casino Carrasco. Continúa leyendo EL REY DEL COMPÁS
Si bien las fechas no son precisas y se mezclan referencias de historiadores en variedad escandalosa, uno podría decir que esa música al inicio sencilla, saltarina, juguetona llamada tango se difundió, antes que por el tan aludido “trío fundacional” –guitarra, violín y flauta-, a través del organito. Continúa leyendo LA ORQUESTA TÍPICA
Cuando el adolescente Julio De Caro fue echado de su hogar por su padre, don José, por haber aceptado sin su autorización tocar el violín con Arolas, sólo sus hermanos sabían que un año antes, quinceañero apenas, había debutado nada menos que con la orquesta de Roberto Firpo: fue su gran comienzo, a hombros de la barra de amigos del barrio. Continúa leyendo Y TODO CAMBIÓ
Julio De Caro nació en Buenos Aires en 1899 y murió en la misma ciudad en 1980; fue violinista, director de orquesta y, sobre todo, el compositor que generó un antes y un después en la evolución musical del tango. Continúa leyendo LA AVENTURA DEL TANGO: EL GRAN REVOLUCIONARIO
“Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada/ que has nacido en la miseria de un convento de arrabal”. (“Margot”, Celedonio Flores, 1919). Continúa leyendo LA POESÍA DEL TANGO
